La reelección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos ha generado un efecto inmediato en la política, la economía y la movilidad internacional.
A través de órdenes ejecutivas y cambios drásticos en políticas, su administración ha reinstaurado la agenda de “America First”, afectando particularmente a comunidades latinas, la población LGBTQ+ y otros grupos vulnerables.
Ante este panorama, cada vez más ciudadanos estadounidenses están explorando alternativas fuera de su país, considerando la obtención de una segunda residencia o ciudadanía como una estrategia esencial para garantizar su libertad y seguridad.
Un cambio de paradigma: la ciudadanía como necesidad
Parte de este «efecto Trump», es que aquello que antes era visto como un lujo exclusivo para los más adinerados -un segundo pasaporte- ahora se ha convertido en una necesidad estratégica.
Las crecientes restricciones migratorias, el endurecimiento del escrutinio de visas y la posibilidad de nuevas medidas de reciprocidad contra los pasaportes estadounidenses han provocado un aumento en la demanda de ciudadanía por inversión y programas de residencia alternativa.
La pandemia de COVID-19 ya había demostrado que un pasaporte de EE.UU. no siempre garantiza movilidad irrestricta, y la nueva administración ha acelerado esta percepción de vulnerabilidad.
Impacto en la comunidad latina y LGBTQ+
Las órdenes ejecutivas de Trump han generado preocupación en distintos sectores de la sociedad. Entre los más afectados se encuentran los ciudadanos latinos, que temen un recrudecimiento de las políticas migratorias y una posible disminución de oportunidades laborales y de inversión dentro de los Estados Unidos.
Asimismo, la comunidad LGBTQ+ ha manifestado inquietudes respecto a los cambios en la legislación sobre identidad de género, lo que ha llevado a muchas personas a considerar países europeos con políticas más inclusivas.
En este contexto, países como Grecia y Malta han surgido como destinos atractivos para ciudadanos estadounidenses que buscan un «Plan B».
De hecho, tras la confirmación de Trump como presidente, el interés en programas de residencia por inversión ha aumentado considerablemente.
Grecia, en particular, ha visto un incremento del 50% en solicitudes de su programa de “Golden Visa”, que permite la residencia mediante inversión en bienes raíces y, posteriormente, la posibilidad de obtener la ciudadanía griega.
El auge de la migración por inversión
El sector de la inversión migratoria está experimentando un auge sin precedentes. En 2024, numerosos programas fueron modificados o eliminados, lo que ha provocado una urgencia por aprovechar las oportunidades actuales antes de que se impongan nuevas restricciones.
La previsión para 2025 indica que la demanda alcanzará niveles récord, lo que hace que actuar con anticipación sea clave para obtener los mejores términos y condiciones.
Uno de los destinos más destacados en este contexto es Malta, cuya ciudadanía por inversión ofrece el derecho a vivir, trabajar y estudiar en los 27 países de la Unión Europea, además de acceso sin visa a 188 países.
Este tipo de pasaporte proporciona un nivel de movilidad incluso superior al estadounidense, lo que lo convierte en una opción ideal para quienes buscan mayor seguridad y oportunidades globales.
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Contar con un segundo pasaporte no es solo un respaldo en tiempos de crisis, sino una herramienta fundamental para asegurar la libertad personal y las oportunidades futuras.
En un mundo donde los cambios pueden ser abruptos e impredecibles, aquellos que planifican con visión serán los mejor posicionados para afrontar cualquier eventualidad. Y eso incluye al actual «efecto Trump»
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